Los médicos y enfermeras a quienes les encanta The Pitt de Max recuerdan el momento en que se dieron cuenta de que no era como los demás programas médicos.
Caitlin Dwyer, enfermera encargada de turno en Milwaukee, se fijó en la decisión de un personaje —contraria a la intuición, pero médicamente correcta— de no desfibrilar a un paciente con un tipo concreto de insuficiencia cardiaca.
Elizabeth Rempfer, médica tratante en Maryland, sintió una punzada de reconocimiento ante la representación de una sala de espera caótica y desesperada.
Para Tricia Pendergrast, médica residente en Ann Arbor, Míchigan, el momento se trató de un personaje que se enfrentaba a una carga de trabajo tan incesante que incluso una ida al baño se veía interrumpida.
“Es la primera vez que veo médicos en televisión y siento que me veo reflejada en ellos”, dijo.
La mayoría de los profesionales de la medicina aprendieron hace tiempo a no esperar realismo en las dramatizaciones de su trabajo. Desde los primeros tiempos de General Hospital, pasando por Grey’s Anatomy y sus diversos derivados, hasta éxitos más recientes como The Good Doctor y Mentes extraordinarias, los dramas médicos televisivos han tendido a ser más dramáticos y menos médicos.
Pero The Pitt, protagonizada por el veterano de Sala de urgencias Noah Wyle en el papel de médico jefe de un ficticio centro de traumatología de Pittsburgh, se ha desmarcado del resto en parte por su inusual precisión. Desde su estreno el mes pasado (los nuevos episodios llegan los jueves), la serie ha acumulado un ardiente grupo de seguidores entre los médicos de urgencias de la vida real, muchos de los cuales han expresado una mezcla de sorpresa y gratitud en plataformas como TikTok, LinkedIn y Reddit.
“Estaba esperando que metieran la pata como en otros programas médicos que he visto”, dijo en una entrevista Graham Walker, médico tratante en San Francisco. “Pero me pasé un episodio entero y en realidad nunca la metieron”.
The Pitt fue creada por R. Scott Gemmill, exguionista de Sala de urgencias y NCIS: Los Ángeles, y es producida por John Wells (Sala de urgencias, El ala oeste de la Casa Blanca, Turno de guardia), quien también dirigió el episodio piloto y el final de temporada. La serie sigue a Michael Robinavitch (Wyle), conocido como “Robby”, mientras dirige a un entregado equipo de médicos y enfermeras durante un turno excepcionalmente ajetreado, pero en general verosímil, en una moderna sala de urgencias.
En un modelo que recuerda al thriller antiterrorista 24, cada episodio sigue una hora del turno, relatando los esfuerzos del personal por gestionar una amplia variedad de casos, mientras los administradores los presionan para que mejoren las métricas de rendimiento. (El pasado agosto, el patrimonio de Michael Crichton, novelista y guionista que creó Sala de urgencias en 1994, demandó a Warner Bros. Television, Gemmill, Wells y Wyle por incumplimiento de contrato, alegando que The Pitt es un reinicio no autorizado de Sala de urgencias disfrazado. El caso sigue abierto).
En una entrevista, Gemmill y Wells dijeron que el objetivo era crear una representación lo más auténtica posible. Los recientes cambios en la cultura del mundo real que rodea a la medicina —el declive de la atención primaria, el duradero trauma de la pandemia, la sigilosa privatización de los hospitales— se prestaban a una concepción diferente y más fundamentada del drama. Y el hecho de que la serie se emita en Max, que permite un grado de lenguaje e imágenes explícitas que no es posible en una cadena de televisión, fomentó un enfoque más abierto de la escritura.
“Queríamos diferenciarnos al no escatimar en la medicina”, dijo Gemmill, sentado junto a Wells durante una videollamada desde Los Ángeles. “El drama siempre va a estar presente en la realidad de un lugar como el servicio de urgencias”.
Wells señaló que el realismo de la narración también ayudó a que los personajes fueran más cercanos.
“No se trata de quien lleva una vida glamurosa y conduce un coche de lujo”, dijo. “Son personas que prestan un servicio público y se dedican a ayudar a gente realmente necesitada”.
Los creadores emplearon a médicos en todos los niveles de la producción.
Los casos médicos están guionizados por el guionista y productor Joe Sachs, otro antiguo exalumno de Sala de urgencias, quien era médico de urgencias antes de empezar a producir programas de televisión. A continuación, un equipo de asesores médicos —la mayoría de los cuales ejercen activamente— redactan notas y coreografías detalladas que explican qué tratamiento debe administrarse y cómo. En el plató, los consultores guían a los actores principales en su actuación y en cómo decir sus diálogos. Y varios de los actores secundarios que aparecen en pantalla son enfermeros en la vida real.
“Hay mucho trabajo de preparación, mucho más de lo que yo esperaba”, dijo Elizabeth Ferreira, médica de urgencias en Los Ángeles, quien trabaja como consultora en la serie. “¿Qué suministros se necesitan? ¿Qué prótesis hay que hacer? ¿Hay desnudos? ¿Qué debe aparecer en las pantallas de los monitores? Hay muchos matices para llevar los casos a buen puerto”.
Mientras que a algunos médicos les cuesta ver otros programas médicos por sus flagrantes inexactitudes (terminología incorrecta, signos vitales constantemente sin sentido, batas inexplicablemente limpias),The Pitt plantea ocasionalmente el problema contrario: algunas secuencias son tan realistas que pueden desencadenar flashbacks emocionales.
Varios profesionales médicos dijeron que se sintieron abrumados por una fugaz representación del personaje de Wyle con un traje respirador de cuerpo entero en el momento álgido de la pandemia. Otras escenas, como una en la que Robby y los hijos adultos de un paciente anciano ven cómo este exhala sus últimos alientos, y otra en la que el lamento de una madre atraviesa el estruendo de la planta del hospital, también tocaron de cerca a los espectadores.
“Hay momentos en los que me siento literalmente como si estuviera viendo un turno en el trabajo”, dijo Rempfer, el médico de Maryland, quien trabaja en una sala de urgencias. “A veces tengo que apagarlo y poner Lost, o algo completamente distinto”.
A pesar de todos sus esfuerzos de autenticidad, no todo en la serie es fiel a la realidad, por supuesto. Sigue siendo televisión. Los médicos dijeron que ni siquiera un gran hospital de una gran ciudad podría enfrentarse a un volumen tan elevado de traumas complejos en un solo turno. Y algunos de los casos e intervenciones representados tardarían mucho más en resolverse en la realidad.
Una crítica frecuente se refería a la representación de las compresiones torácicas, que, en la vida real, parecen mucho más violentas que en The Pitt.
“Nunca nadie las hace bien”, dijo Pendergrast.
Pero la reacción más común fue de gratitud. Para muchos, ver todo lo que los personajes soportan en la serie alivió un dolor que ni siquiera sabían que tenían.
“Como muchos médicos, yo también he pasado por todas estas situaciones, pero nunca me había parado a pensar: ‘¿Qué demonios acabo de experimentar?’”, dijo Walker, de San Francisco, quien trabaja en una sala de urgencias. “Espero que este programa nos ayude a todos a ser un poco más amables con nosotros mismos”.
Reggie Ugwu es reportero de cultura del Times. Más de Reggie Ugwu