Perseguidos por drones, acechados por francotiradores y rodeados de campos minados, los soldados que luchan en Ucrania no pueden arriesgarse a distraerse ni por un instante.
Es por eso que el coronel Dmytro Palisa, comandante de la Brigada Mecanizada 33 de Ucrania, les dice a sus soldados que ignoren las especulaciones sobre un posible alto al fuego.
“Empiezan a relajarse, a pensar demasiado, a ponerse gafas de color de rosa, a pensar que mañana será más fácil. No”, dijo en una entrevista en un puesto de mando del frente oriental. “Disparamos hasta que nos den la orden de parar”.
Mientras a miles de kilómetros de distancia diplomáticos y líderes europeos hablan de una posible tregua y de cómo salvaguardarla, las sangrientas batallas en las que Rusia y Ucrania se enfrentan son tan intensas como cualquier otra que haya habido en esta guerra. Los furiosos combates que desgarran el frente ucraniano son en parte una jugada de última hora para ganar terreno e influencia en las conversaciones, que según el gobierno de Donald Trump, están progresando.
Pero también son prueba del profundo escepticismo que se siente sobre las negociaciones: incluso si pasos graduales como una pausa en la violencia en el Mar Negro consiguen afianzarse, pocos soldados o civiles ucranianos creen que conducirían a una paz duradera. Ambas partes siguen luchando por establecer mejores posiciones para futuros combates.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, dice que cree que Rusia pretende lanzar nuevas operaciones ofensivas “para ejercer la máxima presión sobre Ucrania y luego lanzar ultimátums desde una posición de fuerza”, como dijo la semana pasada.
Kiev no quiere darle esa ventaja a Moscú.
Las fuerzas ucranianas siguen estando en inferioridad numérica y de armamento, como lo han estado desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala hace más de tres años. No obstante, en lo que va del año han detenido en gran medida los avances rusos, y ahora están participando en contrataques localizados para recuperar terreno.
Los analistas militares que observan la evolución del campo de batalla confirman que el ritmo ya glacial de los avances rusos en gran medida se ha estancado, aunque las fuerzas de Moscú siguen lanzando ataques a lo largo de zonas clave del frente.
‘Esta guerra no deja de cambiar las reglas’
En entrevistas desde la línea del frente, soldados y líderes militares ucranianos atribuyeron su resistencia a varios factores: las nuevas estrategias defensivas que integran más completamente los drones, la rápida adaptación a las cambiantes amenazas, los signos de fatiga rusa y la mejora de la moral bajo el mando de un nuevo comandante de las fuerzas terrestres, el general Mykhailo Drapatyi.
“Esta guerra no deja de cambiar las reglas”, afirmó el coronel Palisa. “Eso significa que tenemos que adaptarnos constantemente. Cada noche, antes de irnos a dormir, ya tenemos que planificar una estrategia alternativa para mañana”.
La retirada ucraniana de la mayor parte de la región rusa de Kursk a principios de este mes promete alterar de nuevo los contornos de la lucha. Decenas de miles de soldados dedicados a la campaña de siete meses de Moscú para reconquistar el territorio ruso ahí pueden ahora ser redesplegados.
El coronel Oleh Hrudzevych, de 35 años, subcomandante de la Brigada Mecanizada 43 de Ucrania, dijo que la campaña de Kursk “realmente desvió una parte significativa de las fuerzas enemigas”, y de su potencia de fuego, de otras partes del frente.
Por ejemplo, dijo, mientras se libraban batallas en Kursk, se produjo un descenso del 50 por ciento en el número de bombas aéreas —una de las armas más eficaces de Rusia— en la zona de Kupiansk, en el extremo norte del frente oriental, donde él se encuentra desplegado.
Hrudzevych dijo que las fuerzas rusas se han limitado a las tácticas de “picadura de mosquito”, ataques pequeños que generalmente fracasan. Pero ahora espera que Rusia redirija algunas fuerzas hacia su zona.
El capitán Yurii Fedorenko, comandante del Regimiento 429 de Sistemas no Tripulados Aquiles, dijo que la principal tarea a lo largo de la parte noreste del frente era impedir que los soldados rusos ampliaran su pequeño punto de apoyo en el río Oskil.
Como no pueden levantar puentes de pontones debido a la amenaza que representan los drones y la artillería ucranianos, las fuerzas rusas han estado utilizando pequeñas embarcaciones para transportar hombres y equipo a través del río al amparo del mal clima.
El capitán Fedorenko dijo que las unidades rusas no habían conseguido ampliar su posición en casi un mes, y seguían pagando un alto precio por conservar el terreno que tenían.
“Realizamos un sobrevuelo con dron de una pequeña línea de árboles de unos 200 metros de largo y bastante estrecha”, dijo. “Tan solo en esa línea de árboles contamos alrededor de 190 cadáveres de enemigos”.
En general, las imágenes de drones compartidas por el ejército ucraniano con el Times respaldan su relato. Sin embargo, no fue posible verificar de forma independiente el número exacto de soldados rusos muertos o heridos, ni medir las pérdidas ucranianas en ese mismo periodo de tiempo.
A cientos de kilómetros de distancia, a orillas del río Dniéper, en el frente sur, las fuerzas rusas buscan puntos débiles en la línea ucraniana.
Hace dos meses, las tropas rusas lanzaron una serie de asaltos a través del río —utilizando entre 15 y 20 embarcaciones en cada ataque, dijeron los soldados—, pero el esfuerzo fracasó.
Ahora el ejército ruso está lanzando ataques de sondeo, tratando de avanzar hacia el norte a lo largo del río, hacia la ciudad de Zaporiyia, que está bajo control ucraniano. El presidente Vladimir Putin y otros funcionarios rusos han dicho públicamente que su objetivo es controlar totalmente la ciudad y sus alrededores.
Pero sus planes de intentar cercar Zaporiyia quedaron en suspenso cuando las tropas rusas fueron redirigidas hacia Kursk, dijo el sargento Andrii Klymenko, quien lleva muchos meses combatiendo en la zona. Su afirmación fue respaldada por analistas que observan los movimientos militares rusos.
“Ahora simplemente van a revivirlo”, dijo.
Una estética estilo ‘Mad Max’
Gran parte de los combates más intensos sigue concentrándose en las colinas onduladas y las ciudades industriales en ruinas de la región oriental de Donbás, donde en tres años Rusia no ha logrado apoderarse de dos objetivos codiciados: las provincias de Donetsk y Luhansk.
El coronel Palisa supervisa un tramo de las defensas ucranianas al sur de Pokrovsk, una ciudad de Donetsk, donde las operaciones ofensivas rusas hicieron la mayor parte de sus avances el año pasado.
El coronel Palisa señaló que la guerra agresiva con drones y las tácticas defensivas inteligentes habían neutralizado, por ahora, las ventajas de Rusia. “El enemigo no ha avanzado ni un metro en este sector en las últimas tres o cuatro semanas”, señaló. “En este momento, podemos decir que hemos estabilizado la situación”.
Al mismo tiempo, añadió, sus fuerzas han tenido que adaptarse a una amenaza creciente: la proliferación de drones rusos atados a cables de fibra óptica ultrafinos que los hacen inmunes al bloqueo electrónico.
“Cuando no tenían fibra óptica, aún podíamos movernos”, afirmó. Tras la aparición de los drones con fibra óptica, dijo, su brigada perdió unos 10 vehículos en solo siete días.
“Eso me hizo darme cuenta de que teníamos que cambiar todo nuestro enfoque y abandonar por completo los vehículos”, dijo.
Al igual que sus contrapartes rusas, los soldados ucranianos ahora utilizan con frecuencia cuatrimotos y buggies, o se desplazan a pie. A menudo llevan capas que no permiten que los drones equipados con cámaras de visión térmica detecten la firma de calor de un soldado.
Se han tendido redes sobre las carreteras de suministro más importantes, una defensa sencilla pero eficaz que, dice el coronel Palisa, ha reducido a más de la mitad los ataques enemigos. Y ahora los soldados llevan habitualmente escopetas junto con sus rifles de asalto.
Los tanques y los vehículos blindados se mezclan con coches civiles, motocicletas y cuatrimotos adaptadas con jaulas y bloqueadores, creando una especie de estética estilo Mad Max.
Las adaptaciones de baja tecnología, junto con una amplia reestructuración del ejército, son estrategias que Kiev espera que permitan a Ucrania seguir luchando, incluso mientras su principal aliado militar, Estados Unidos, retira su apoyo, repite cada vez más la narrativa del Kremlin y presiona a Ucrania para que negocie un alto al fuego.
En la línea del frente, cualquier conversación sobre una paz duradera sigue pareciendo una fantasía peligrosa.
Los soldados dicen que creen que la lucha continuará hasta que el precio de la guerra sea demasiado alto para el Kremlin y Ucrania sea lo suficientemente fuerte como para impedir cualquier agresión futura.
“Estamos luchando por el derecho a vivir”, dijo el capitán Fedorenko. “Los estadounidenses deben entender que no se trata de presionar a Ucrania para que alcance una paz abstracta. Una paz así no es posible, porque Ucrania no empezó esta guerra”.
Olha Konovalova colaboró con reportería desde el este y el sur de Ucrania.
Marc Santora ha estado reportando desde Ucrania desde el comienzo de la guerra con Rusia. Antes trabajó en Londres como editor de noticias internacionales enfocado en noticias de último momento y antes fue jefe de la corresponsalía de Europa Central y del Este, con sede en Varsovia. También ha reportado ampliamente desde Irak y África. Más de Marc Santora