Aunque muchos asociamos el asombro con acontecimientos dramáticos que cambian la vida, lo cierto es que el asombro puede formar parte de la vida cotidiana. Experimentar asombro proviene de lo que Keltner ha denominado una “inmensidad percibida”, así como de algo que nos desafía a replantearnos nuestras ideas previas. El asombro puede desencadenarse en momentos como cuando contemplamos el Gran Cañón o presenciamos un acto de bondad. (Alrededor de una cuarta parte de las experiencias de asombro están “aderezadas con la sensación de estar bajo amenaza”, dijo, y pueden surgir, por ejemplo, al ver un león en un zoológico o incluso videos espantosos de genocidios).
En su libro, Keltner escribe que el asombro es fundamental para nuestro bienestar, al igual que la alegría, la satisfacción y el amor. Sus investigaciones sugieren que tiene enormes beneficios para la salud, entre los que están calmar nuestro sistema nervioso y provocar la liberación de oxitocina, la hormona del “amor” que fomenta la confianza y los vínculos.
“El asombro está en la vanguardia” de las investigaciones sobre las emociones, dijo Judith T. Moskowitz, catedrática de ciencias sociales médicas de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago. Moskowitz, quien ha estudiado cómo las emociones positivas ayudan a las personas a afrontar el estrés, escribió en un correo electrónico que “las experiencias de asombro intencionado, como los paseos por la naturaleza, el movimiento colectivo, como los bailes o las ceremonias, incluso el uso de psicodélicos mejoran el bienestar psicológico”.
Entonces, ¿qué es biológicamente? El asombro no era una de las seis emociones básicas (ira, sorpresa, asco, alegría, miedo y tristeza) identificadas en 1972, dijo Keltner. Pero las nuevas investigaciones demuestran que el asombro “es su propia cosa”, dijo. Nuestros cuerpos responden de forma distinta cuando experimentamos asombro que cuando sentimos alegría, satisfacción o miedo. Emitimos un sonido distinto, mostramos una expresión facial diferente. Keltner descubrió que el asombro activa los nervios vagos, grupos de neuronas en la médula espinal que regulan diversas funciones corporales, y reduce nuestro ritmo cardiaco, alivia la digestión y hace más profunda la respiración.
También tiene beneficios psicológicos. Muchos de nosotros tenemos una voz crítica en la cabeza que nos dice que no somos lo suficientemente listos, guapos o ricos. Según dijo Keltner, el asombro parece acallar este discurso negativo al desactivar la red neuronal por defecto, la parte del córtex que interviene en la percepción que tenemos de nosotros mismos.