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Unos narvales son filmados jugando a cazar con sus colmillos

Unos narvales son filmados jugando a cazar con sus colmillos


Para tratarse de un animal con un apéndice de marfil de la mitad de la longitud de su cuerpo que sobresale de la parte superior de su cabeza, el narval se mueve en el agua con una gracia sorprendente.

“Es casi hipnotizante”, dijo Greg O’Corry-Crowe, profesor de investigación de la Universidad Atlántica de Florida, quien estudia a los mamíferos marinos. “La precisión con la que blandían sus colmillos no era como la de un sable. Era como un instrumento quirúrgico, o el arco de un violín”.

En una investigación publicada el mes pasado en la revista Frontiers in Marine Science, O’Corry-Crowe y sus colegas argumentan que los narvales hacen más que solo alardear con sus colmillos; los apéndices tienen una serie de usos demostrados que ayudan a estos animales a sobrevivir en el océano.

El colmillo del narval inspiró los mitos del unicornio. Se sabe que solo los tienen los machos, con raras excepciones, y que las hembras de narval buscan una pareja que tenga un colmillo grande. No obstante, el estudio de estos animales ha sido complicado.

“Son cetáceos extremadamente tímidos y escurridizos”, dijo Kristin Laidre, profesora de ecología animal aplicada de la Universidad de Washington, quien no participó en el estudio. “Es muy difícil acercarse a ellos. Son muy asustadizos”. Añadió que los narvales solían pasar el tiempo lejos de la costa y buceando en las profundidades del agua, y que investigar en el Ártico era logísticamente complejo, lo que los convertía en una especie difícil de observar en libertad.

Con la ayuda de las comunidades inuit locales, el equipo de investigadores encontró un lugar en el Alto Ártico canadiense para acampar y volar drones. Las tranquilas aguas de la bahía de Creswell, en Nunavut, donde anteriormente se había visto a los narvales pasar el verano, eran poco profundas y claras y —en combinación con las 24 horas de luz que hay en agosto— permitieron a los investigadores filmar algunas de las mejores imágenes de narvales jamás captadas.

Cuando O’Corry-Crowe y su equipo estudiaron sus videos, identificaron comportamientos no observados anteriormente, relacionados con los colmillos. Y uno de esos comportamientos se parecía muchísimo a jugar.

En más de un caso, los narvales persiguieron al salvelino ártico pero, extrañamente, no intentaban atraparlo para comérselo. Los cetáceos incluso reducían la velocidad cuando era necesario para mantener al pez cerca de la punta de sus colmillos. Cuando sí interactuaban con los peces en estos encuentros, les daban suaves golpecitos o empujones, un marcado contraste con el uso más agresivo de sus colmillos que hacían cuando se les veía cazar peces. De hecho, el salvelino ártico tampoco parecía estar siempre intentando escapar de los narvales que lo perseguían.

“En realidad no se están alimentando de los peces, y dudábamos de usar la palabra ‘juego’, pero eso es lo que parecía”, dijo Cortney Watt, investigadora del Ministerio de Pesca y Océanos de Canadá y autora del estudio.

Añadió que también era posible que los narvales mayores estuvieran usando ese comportamiento para enseñar a los más jóvenes a perseguir a sus presas.

Las imágenes también captaron a los cetáceos practicando hábilmente la pesca submarina. Aunque ya se habían visto narvales usando sus colmillos para aturdir a los peces antes de comérselos, este es el primer estudio publicado que documenta ese comportamiento. Los narvales apuñalaban y acuchillaban a los peces tanto con la punta como con el tronco de sus colmillos, incapacitándolos y posiblemente matándolos antes de consumir su presa.

Mientras pescaban con sus colmillos, los narvales también eran interrumpidos por gaviotas glaucas que se zambullían en el agua para arrebatarles los peces. Aunque se sabe que las gaviotas siguen a otros mamíferos marinos y se alimentan de lo que estos cazan, esta era la primera interacción registrada de este comportamiento con narvales, específicamente.

Laidre dijo que lo mejor era no sacar demasiadas conclusiones sobre el comportamiento de los narvales observado en un solo estudio. Los investigadores están de acuerdo, y es por eso que no quisieron calificar explícitamente de juego las interacciones de los narvales con los salvelinos árticos. O’Corry-Crowe añadió que muchos de los comportamientos que observó su equipo “plantean más preguntas que respuestas, pero eso es lo emocionante”.

“Lo que realmente necesitamos es volver y continuar el trabajo”, dijo. “Y no puedo esperar”.



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